Cómo freír pollo sin que quede crudo por dentro

Freír pollo puede parecer una tarea fácil, pero conseguir que quede bien hecho por dentro sin quemarlo por fuera es todo un arte. A nadie le gusta morder un muslo de pollo y encontrarse con carne cruda en el centro. En este artículo, te voy a enseñar algunos trucos para que el pollo te quede siempre jugoso y bien cocinado. Desde la elección de la pieza hasta la temperatura del aceite, cada detalle cuenta. Así que, si quieres impresionar a tus amigos y familiares con un pollo frito perfecto, sigue leyendo y pon en práctica estos consejos.

Contenidos
  1. ¿Cuál es el mejor aceite para freír pollo?
  2. ¿Por qué el pollo me queda chicloso?

¿Cuál es el mejor aceite para freír pollo?

Para freír pollo y que te salga de lujo, lo primero que tienes que tener claro es el aceite que vas a usar. No es lo mismo usar uno que otro. Aquí te dejo algunas claves sobre los mejores aceites para freír pollo.

1. Aceite de cacahuete: Este es uno de los mejores. Tiene un punto de humo muy alto, lo que significa que puedes calentarlo bastante sin que se queme. Además, no le da un sabor raro al pollo.

2. Aceite de girasol: Es otra buena opción. Es más barato que el de cacahuete y también tiene un punto de humo decente. Eso sí, procura que sea aceite de girasol alto oleico, que resiste mejor las altas temperaturas.

3. Aceite de oliva: Aquí hay que tener cuidado. El aceite de oliva virgen extra tiene un punto de humo más bajo, así que puede quemarse más fácilmente. Si quieres usar aceite de oliva, mejor opta por el refinado o el de orujo, que aguantan más calor.

4. Aceite de soja: Aunque no es tan común, también es una buena opción. Tiene un buen punto de humo y no altera el sabor del pollo.

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Evita usar aceites que tengan puntos de humo bajos, como el aceite de linaza o el de sésamo, porque se quemarán rápido y harán que tu pollo sepa a chamusquina.

El punto de humo es la temperatura a la cual un aceite empieza a quemarse y a soltar humo. Es crucial para que tu pollo no quede crudo por dentro y chamuscado por fuera.

Recuerda, para un pollo bien frito, el aceite no solo debe ser el adecuado, sino también la cantidad. Necesitas suficiente aceite para que el pollo quede sumergido y se cocine uniformemente.

¿Por qué el pollo me queda chicloso?

El pollo chicloso es un problema bastante común, pero no te preocupes, pasa hasta en las mejores cocinas. Aquí van algunos motivos por los que el pollo puede quedar así:

  1. Temperatura del aceite: Si el aceite no está lo suficientemente caliente, el pollo se cuece en lugar de freírse. Esto hace que absorba más aceite y quede con esa textura desagradable. La temperatura ideal suele estar entre 175-190°C.
  2. Pollos demasiado grandes: Las piezas de pollo muy grandes suelen ser más difíciles de cocinar uniformemente. Al freírlas, el exterior puede quedar dorado mientras que el interior sigue crudo. Opta por piezas más pequeñas o córtalas en trozos más manejables.
  3. Exceso de humedad: Si el pollo tiene mucha humedad (por ejemplo, sacado directamente del frigorífico sin secarlo bien), afecta el resultado final. Asegúrate de secar bien las piezas antes de pasarlas por la harina o el empanado.
  4. Marinado excesivo: Aunque marinar el pollo le da un buen sabor, hacerlo por demasiado tiempo puede ablandar la carne en exceso. Máximo 24 horas de marinado es suficiente.

Freír pollo sin que quede chicloso requiere un poco de práctica y atención a los detalles. Aquí van unos consejos para mejorar:

  1. Precalienta el aceite: Usa un termómetro de cocina para asegurarte de que el aceite esté a la temperatura correcta antes de añadir el pollo.
  2. Usa un buen empanado: Una mezcla de harina sazonada y pan rallado puede ayudar a crear una capa crujiente que sella el exterior y mantiene el interior jugoso.
  3. No sobrecargues la sartén: Freír demasiadas piezas a la vez baja la temperatura del aceite, afectando la cocción. Hazlo en tandas si es necesario.
  4. Termina en el horno: Si tienes dudas de que el interior esté bien cocido, puedes terminar la cocción en el horno a 180°C durante unos minutos.

El truco está en encontrar el equilibrio entre la temperatura del aceite, el tamaño de las piezas y el tiempo de cocción.

Siguiendo estos consejos, conseguirás un pollo crujiente por fuera y jugoso por dentro, sin rastro de esa textura chiclosa.

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Espero que estos trucos te hayan servido para que el pollo nunca más te quede crudo por dentro. Ojo con la temperatura del aceite y el tiempo de cocción, son clave. ¡A freír pollo como un pro! ¡Disfruta de tus comidas!

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